EUROPA PRESS

10 abril 2023

 

La causa de la obesidad es diferente en hombres y mujeres, ¿su tratamiento debería ser diferente?

 

Un nuevo estudio de investigadores de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos, ha hallado señales cerebrales específicas de cada sexo que parecen confirmar que diferentes factores conducen a hombres y mujeres a desarrollar obesidad, lo que sugiere la necesidad de intervenciones personalizadas.

 

El estudio, publicado en la revista 'Brain Communications', combina datos de varias modalidades de resonancia magnética con las características clínicas y los antecedentes personales de los pacientes para identificar los mecanismos específicos de cada sexo en el cerebro que subyacen a la obesidad.

 

"Encontramos diferencias en varias redes cerebrales asociadas a la adversidad en los primeros años de vida, la calidad de la salud mental y el modo en que se experimenta la estimulación sensorial. Las firmas cerebrales resultantes, basadas en imágenes de resonancia magnética multimodal, podrían ayudarnos a adaptar con mayor precisión las intervenciones contra la obesidad en función del sexo de la persona", afirma Arpana Gupta, doctora e investigadora sobre el cerebro, la obesidad y el microbioma en la UCLA y autora principal del estudio.

 

Según Gupta, se trata del primer estudio que utiliza un enfoque basado en datos para predecir el estado de obesidad en función del sexo a partir de firmas cerebrales multimodales. Se basa en un estudio anterior de la UCLA en el que Gupta y sus colegas examinaron las diferencias relacionadas con el sexo en el protagonismo y la señalización de las regiones cerebrales en la obesidad.

 

Además de constatar que la alimentación compulsiva y la relacionada con las emociones parecen desempeñar un papel fundamental en la obesidad de las mujeres, ese estudio demostró que el comportamiento alimentario de los hombres tiende a verse afectado por una mayor conciencia de las sensaciones intestinales y las respuestas viscerales, es decir, las relacionadas con el malestar abdominal.

 

El nuevo estudio apoya y corrobora muchos hallazgos de ese estudio y de otros anteriores, y aporta pruebas mediante resonancia magnética de diferencias en la estructura, función y conectividad cerebrales que pueden ayudar a los investigadores a comprender mejor los impulsos y comportamientos relacionados con la obesidad.

 

Por ejemplo, las alteraciones en determinadas redes cerebrales sugieren que, en comparación con los hombres, las mujeres con un índice de masa corporal (IMC) elevado pueden ser más conscientes de los alimentos muy procesados y sentirse más atraídas por ellos, con un mayor riesgo de desarrollar antojos y adicción a la comida.

 

"A la hora de diseñar planes de tratamiento para mujeres con un IMC elevado, puede ser importante centrarse en las técnicas de regulación emocional y los factores de vulnerabilidad", afirma Gupta.

 

El estudio, realizado a través del Centro Familiar G. Oppenheimer de Neurobiología del Estrés y la Resiliencia, Comportamiento Ingestivo y Programa de Obesidad de la UCLA, contó con 183 participantes de edades comprendidas entre los 18 y los 55 años.

 

Cuarenta y dos varones tenían un IMC no obeso, 23 varones tenían un IMC alto, 63 mujeres tenían un IMC no obeso y 55 mujeres tenían un IMC alto. Todos los participantes rellenaron una batería de cuestionarios de autoinforme en los que se evaluaban traumas infantiles, ansiedad y depresión, sensibilidad visceral, adicción a la comida, síntomas intestinales, rasgos de personalidad y muchos otros factores.

 

Cada participante también se sometió a tres resonancias magnéticas cerebrales diferentes para evaluar la estructura, la función y la conectividad. Los conjuntos de datos de los tres escáneres y de la información clínica se analizaron mediante una herramienta analítica que trata de identificar un número limitado de variables a partir de múltiples conjuntos de datos para predecir un resultado.

 

Los resultados muestran cambios específicos en la conectividad de la red asociados a un IMC elevado, independientemente del sexo. En las mujeres, el estudio identificó regiones y redes cerebrales con alteraciones asociadas a traumas en los primeros años de vida.

 

Esto parece coherente con observaciones anteriores según las cuales las mujeres con obesidad, en comparación con los hombres, pueden presentar mayor ansiedad, menor resiliencia y dificultades para integrar las emociones en la planificación de objetivos orientados a la acción. Las mujeres también pueden ser más susceptibles a la vista, el olfato y el gusto de los alimentos ultraprocesados.

 

Los autores señalan que el estudio identificó asociaciones, no causas y efectos. Serán necesarios estudios futuros para determinar si los cambios en el cerebro son un factor en el desarrollo de la obesidad o un resultado de la enfermedad.

 

"Aunque se desconoce la causalidad, las fuertes asociaciones entre marcadores clínicos, como la ansiedad, la depresión, la obesidad y las firmas neuronales sugieren la importancia de la conexión mecanicista bidireccional del eje intestino-cerebro", señalan los autores.